A fondo: síndrome del intestino irritable
Curarse uno mismo con
la alimentación
Para mejorar el control de su alimentación
lo primero que debe hacer
es identificar aquellos alimentos
que pueden ser responsables del
trastorno intestinal que está sufriendo.
No siempre resulta fácil, pero
puede probar por medio de restricciones
alimentarias sucesivas; es decir,
dejando de comer un alimento
en concreto durante varios
días para ver cómo reacciona
su intestino.
Si este método no resulta
eficaz, puede recurrir a las numerosas
pruebas que existen
para detectar las intolerancias
(gluten, lactosa…).
Lo segundo es empezar a ser consciente del que suele ser considerado un acto reflejo: masticar.
A menudo nos olvidamos de ello, pero masticar es una acción importantísima para el proceso digestivo, ya que reduce la acidez. Por tanto, olvídese de las sopas y prime las verduras.
Y, por supuesto, tómese su tiempo para comer, haciéndolo sin prisas y masticando bien cada bocado. Además, hay que tener cuidado con los alimentos acidificantes, como por ejemplo el alcohol, el café y los edulcorantes sintéticos como el sorbitol.
También debe sustituir las verduras crudas por las cocinadas (preferiblemente al vapor) y las fibras duras (alimentos integrales) por fibras blandas, también denominadas “solubles” (avena, pectina de manzana o de pomelo que puede encontrar como suplemento alimenticio, semillas de chía o de lino trituradas…).
Sin embargo, ya sea soluble o insoluble, la fibra siempre es digerida por las bacterias intestinales, que son las causantes de los gases.
Para evitarlos beba grandes cantidades de agua a lo largo del día o, mejor aún, opte por una infusión de badiana o anís estrellado (encontrará la receta en el cuadro “Decocción de badiana”). Algunos alimentos como el repollo y las legumbres (lentejas, habas, garbanzos…), pese a ser muy beneficiosos por su aporte en proteínas vegetales, también causan gases e hinchazón.
Para digerirlos mejor puede ponerlos a remojo en agua enriquecida con bicarbonato de sodio a razón de una cucharadita por cada litro de agua.
De este modo retardará la acidificación responsable de los gases. Dígame qué probióticos está tomando… y le diré cómo está su intestino
En el útero materno el colon del feto es estéril y está libre de bacterias, pero al nacer el tubo digestivo se ve colonizado por millones de ellas, las cuales pasan a componer la microbiota. Esta microbiota se desarrolla durante los primeros años de vida y se estabiliza entre los 2 y 3 años, aunque posteriormente va sufriendo variaciones a lo largo de toda la vida.
Su desarrollo va a depender de muchos factores: el tipo de parto que se ha realizado (cesárea o parto natural), lactancia, toma de medicamentos (especialmente antibióticos), alimentación...
El resultado es un auténtico ecosistema poblado por un gran número de microorganismos que siguen una organización específica en cada individuo. La flora intestinal desempe- ña tres funciones principales:
1. Digiere la fibra, los aminoácidos, la lactosa y permite la absorción de varias vitaminas.
2. Lucha contra los patógenos para impedir que penetren en el organismo a través de diversos mecanismos.
3. Activa el sistema inmunológico del organismo, encargado de estimular a las células defensivas y reducir las respuestas alérgicas ante una crisis o agente alérgeno.
Decocción de badiana
Esta infusión es ideal para acompañar a una dieta rica en fibra.
Por ejemplo, puede tomar una taza a modo de postre después de una comida rica en fibras para ayudar a la digestión.
Para prepararla sumerja 30 g de badiana en 1 litro de agua fría y a continuación ponga la mezcla al fuego y déjela hervir durante 10 minutos.
Déjela infusionar durante 5 minutos, tapada,
Lo segundo es empezar a ser consciente del que suele ser considerado un acto reflejo: masticar.
A menudo nos olvidamos de ello, pero masticar es una acción importantísima para el proceso digestivo, ya que reduce la acidez. Por tanto, olvídese de las sopas y prime las verduras.
Y, por supuesto, tómese su tiempo para comer, haciéndolo sin prisas y masticando bien cada bocado. Además, hay que tener cuidado con los alimentos acidificantes, como por ejemplo el alcohol, el café y los edulcorantes sintéticos como el sorbitol.
También debe sustituir las verduras crudas por las cocinadas (preferiblemente al vapor) y las fibras duras (alimentos integrales) por fibras blandas, también denominadas “solubles” (avena, pectina de manzana o de pomelo que puede encontrar como suplemento alimenticio, semillas de chía o de lino trituradas…).
Sin embargo, ya sea soluble o insoluble, la fibra siempre es digerida por las bacterias intestinales, que son las causantes de los gases.
Para evitarlos beba grandes cantidades de agua a lo largo del día o, mejor aún, opte por una infusión de badiana o anís estrellado (encontrará la receta en el cuadro “Decocción de badiana”). Algunos alimentos como el repollo y las legumbres (lentejas, habas, garbanzos…), pese a ser muy beneficiosos por su aporte en proteínas vegetales, también causan gases e hinchazón.
Para digerirlos mejor puede ponerlos a remojo en agua enriquecida con bicarbonato de sodio a razón de una cucharadita por cada litro de agua.
De este modo retardará la acidificación responsable de los gases. Dígame qué probióticos está tomando… y le diré cómo está su intestino
En el útero materno el colon del feto es estéril y está libre de bacterias, pero al nacer el tubo digestivo se ve colonizado por millones de ellas, las cuales pasan a componer la microbiota. Esta microbiota se desarrolla durante los primeros años de vida y se estabiliza entre los 2 y 3 años, aunque posteriormente va sufriendo variaciones a lo largo de toda la vida.
Su desarrollo va a depender de muchos factores: el tipo de parto que se ha realizado (cesárea o parto natural), lactancia, toma de medicamentos (especialmente antibióticos), alimentación...
El resultado es un auténtico ecosistema poblado por un gran número de microorganismos que siguen una organización específica en cada individuo. La flora intestinal desempe- ña tres funciones principales:
1. Digiere la fibra, los aminoácidos, la lactosa y permite la absorción de varias vitaminas.
2. Lucha contra los patógenos para impedir que penetren en el organismo a través de diversos mecanismos.
3. Activa el sistema inmunológico del organismo, encargado de estimular a las células defensivas y reducir las respuestas alérgicas ante una crisis o agente alérgeno.
Decocción de badiana
Esta infusión es ideal para acompañar a una dieta rica en fibra.
Por ejemplo, puede tomar una taza a modo de postre después de una comida rica en fibras para ayudar a la digestión.
Para prepararla sumerja 30 g de badiana en 1 litro de agua fría y a continuación ponga la mezcla al fuego y déjela hervir durante 10 minutos.
Déjela infusionar durante 5 minutos, tapada,
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