Un nivel adecuado de vitamina D mejora la salud de las mujeres con osteoporosis postmenopáusica
Un nivel adecuado de vitamina D ayuda a mejorar el metabolismo de la glucosa en aquellas mujeres con osteoporosis postmenopáusica. Esta es la conclusión obtenida de un estudio realizado con 40 mujeres con osteoporosis postmenopáusica a las que midieron sus niveles circulantes de vitamina D, así como de glucosa e insulina(1).
El objetivo del estudio era establecer la concentración óptima de vitamina D que permitiría mejorar los niveles de glucosa en sangre. Y la investigación ha señalado que a partir de los 45 ng/ml en sangre ya se empiezan a ver los beneficios.
A raíz de estos resultados se confirma que optimizar los niveles de vitamina D permite prevenir el riesgo de otras enfermedades asociadas a la osteoporosis postmenopáusica (síndrome metabólico, diabetes tipo 2 ó complicaciones cardiovasculares).
La vitamina D es esencial, crucial para la salud, pero la mayoría de la gente aún no lo sabe.
Hasta hace muy poco, la falta de vitamina D se asociaba al raquitismo y a problemas de crecimiento en los niños, y poco más. Era una vitamina a la que se daba una importancia relativa, y a casi ningún médico se le pasaba por la cabeza pedir análisis a sus pacientes para medirla de forma rutinaria o pensar que pudiera faltarle a los habitantes de países soleados.
De un tiempo a esta parte, sin embargo, las cosas han cambiado radicalmente. Los descubrimientos en torno al papel esencial que juega esta vitamina en la salud (y su déficit en la mala salud) no dejan de sucederse.
Sin embargo, y aunque algunos médicos comienzan a medirla e incluso a recetar suplementos para paliar su carencia, el déficit sigue estando dramáticamente generalizado entre la población y las dosis que se prescriben siguen siendo escandalosamente bajas.
La vitamina D está viviendo actualmente una auténtica revolución silenciosa, que transformará como pocas cosas la historia de la salud y la medicina. En poco tiempo, ocupará el mismo lugar entre los grandes descubrimientos médicos que en su día supusieron la penicilina para luchar contra las infecciones bacterianas mortales, la anestesia en las operaciones quirúrgicas o las técnicas de imagen en los diagnósticos, por citar algunos. Y no exagero. Tiempo al tiempo.
Y aunque ese momento sin duda llegará, el mensaje aún no se ha extendido lo suficiente y su importancia no ha llegado a todas partes. Muchas personas siguen enfermando por culpa de un déficit de vitamina D sencillísimo de solucionar.
Para mí es un escándalo de salud pública que, con todo lo que ya se sabe sobre vitamina D, las autoridades sanitarias no hagan nada. Simplemente informando adecuadamente a la población se evitarían enfermedades que causan un gran sufrimiento y un enorme coste a las arcas públicas.
Serviría para prevenir enfermedades de los huesos (como la osteoporosis), para regular el sistema inmunológico (y prevenir enfermedades como la gripe), para prevenir numerosos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la diabetes tipo 1, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, demencia y hasta el estrés y la depresión, que podrían prevenirse fácilmente (e incluso revertirse) con la cantidad adecuada de vitamina D.
Pero mientras ese momento llega, cada uno de nosotros deberá velar por sí mismo y tomar su propia iniciativa.
Por eso quiero hablarle hoy de nuevo de ella e instarle a actuar inmediatamente, tomando para usted y su familia la mejor y más sencilla decisión, adelantándose al momento en el que por fin las autoridades sanitarias estén a la altura y ni una sola persona vea perjudicada su salud por falta de vitamina D.
Empecemos por el principio.
Qué es la vitamina D y cómo se obtiene
Se le llama “vitamina” pero es mucho más que eso, pues actúa más bien como una hormona en el organismo. Por eso muchos la consideran más bien una “supervitamina”, un nombre que tiene aún más sentido cuanto más se conoce el increíble papel que juega en nuestra salud.
La mayor parte de la vitamina D la obtenemos a través del sol, a partir de las moléculas de colesterol que circulan por debajo de la piel y que, al interactuar con la luz solar, se transforman en vitamina D (en un proceso que algunos han comparado con el de la fotosíntesis en las plantas).
Y el resto, una pequeña parte, la obtendríamos a través de la alimentación, ingiriendo alimentos que la contengan (como yema de huevo, sardinas, salmón, caballa o arenque, por ejemplo). Pero en todos los casos el aporte que suponen es muy modesto.
Si tomáramos el sol lo suficiente durante los meses cálidos, podríamos almacenar una cierta cantidad de vitamina D para cuando el sol deja de brillar. Pero ni aunque contáramos con unas buenas reservas nos duraría para todo el invierno.
El problema se acentúa por el hecho de que durante el verano no sintetizamos la suficiente cantidad de vitamina D, y esto es así en muchos países del mundo, incluida España, por mucho que seamos un país con gran cantidad de horas de sol.
La vitamina D, un bien muy escaso
¿Por qué se nos escapa la vitamina D aunque haya tanto sol? Hay varias razones, pero la principal es que no lo aprovechamos, pues apenas dejamos que el sol roce nuestra piel. Nos pasamos el día metidos en nuestras casas y oficinas, o en los medios de transporte, y cuando salimos a la calle, lo hacemos siempre bien cubiertos con ropa.
Para que nuestro organismo sintetice la vitamina D, el sol debe estar en lo alto, cuando los rayos de sol inciden verticalmente sobre la piel. Las pocas veces que podría darse esta situación (cuando vamos a la playa, por ejemplo), lo hacemos cubiertos y protegidos de cremas solares (que bloquean la síntesis de la vitamina D), de forma que apenas dejamos que el sol y la piel hagan su trabajo. E incluso evitamos que nos dé el sol precisamente cuando sería más útil para la síntesis de vitamina D, a partir de mediodía y hasta las tres de la tarde.
Los dermatólogos sin duda han conseguido su objetivo (al igual que los fabricantes de cremas solares, todo hay que decirlo) y están evitando problemas de piel… ¡pero a costa de extender brutalmente el déficit de vitamina D!
La falta crónica y generalizada de vitamina D es un asunto realmente serio. Se estima que en todos los países occidentales hay un déficit alarmante. De hecho la Unión Europea ha emprendido el proyecto de investigación ODIN, liderado por la universidad irlandesa de Cork y en el que participan también científicos españoles de la Universidad Politécnica de Madrid, con el objetivo de medir exhaustivamente el déficit de vitamina D en Europa por grupos de población y revisar las recomendaciones actuales de ingesta.
Sus resultados tardarán en llegar, pero el informe preliminar con sus primeras conclusiones es contundente:
“El presente trabajo dentro del proyecto ODIN (...) proporciona la primera evidencia firme de que el déficit de vitamina D está generalizado en toda Europa y en unas tasas de prevalencia que indican que se trata de un problema grave de salud pública en el que subyace no sólo el riesgo de enfermedades óseas metabólicas, sino también de otros problemas potenciales de salud”. (1)
Y en España, por mucho que exportemos la idea de sol y playa, lo cierto es que el déficit de vitamina D es generalizado. Hay estudios concretos que confirman que la población española lo sufre, y cuya conclusión es que en áreas geográficas variadas y en distintos tramos de edad, la población española, pese a tener sol en abundancia, tiene déficit de esa vitamina. (2) (3) (4)
¿Le cuesta creerlo? Un reciente estudio quiso poner a prueba la teoría imperante hasta hace poco de que en los lugares soleados la vitamina D no era un problema para su población. Para ello midieron el nivel de esta vitamina en 254 adultos sanos de más de 50 años de Marruecos, un país situado en una latitud ideal en cuanto a inclinación de los rayos solares que recibe y que, de hecho, tiene sol la mayoría de los días del año. ¿Su conclusión? El 85,2% de los hombres y el 77,4 de las mujeres tenían un nivel insuficiente de vitamina D. Detrás de estos resultados influye sobre todo la forma de vestir tanto de hombres como de mujeres, que tienden a exponer poca piel a la luz del sol. (5)
Una prueba contundente de que vivir en un país soleado (como sin duda también es gran parte del territorio de España) no garantiza nada.
Asúmalo: a usted le falta vitamina D
No hace falta que se haga ningún análisis, pues lo más seguro es que usted tenga déficit de vitamina D. Y no es que yo tenga una bola de cristal; es simple estadística, pues lo tiene un porcentaje altísimo de la población.
Y más aún si usted se encuentra en una de estas situaciones, que acentúan el déficit:
- Tiene la piel oscura (cuanto más oscura es la piel, más le cuesta sintetizar la vitamina D). (6)
- Se protege del sol (limitando las horas de exposición cuando los rayos inciden verticalmente, permaneciendo bajo la sobrilla, aplicando protectores solares…). (7)
- Tiene más de 50 años (a medida que pasan los años el organismo tiene más dificultades para sintetizar vitamina D cuando se expone a la radiación, que llega a verse realmente comprometida a partir de los 65, y más aún si a partir de esa edad se tiende a permanecer en interiores y a protegerse del sol). (8)
- Tiene sobrepeso u obesidad (un índice de masa corporal ≥30 kg/m2 incrementa el riesgo de déficit, pues una vez la piel sintetiza la vitamina D, ésta es absorbida por los depósitos de grasa corporal, haciéndola menos disponible). (9) (10)
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