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Alternativa natural al peligro de los desodorantes industriales


Alternativa natural al peligro de los desodorantes industriales
Es injusto, pero después de realizar el mismo esfuerzo físico unas personas chorrean como un helado de tres bolas abandonado al sol en pleno mes de agosto y otras permanecen secas como la paja.

Pero, ¿qué es lo que nos gustaría? ¿Dejar de transpirar? ¡No, eso en ningún caso! Sudar es una función vital para nuestro cuerpo, casi tan importante como respirar. Por lo tanto, no trate de evitarlo.

Dejemos de agredir a nuestro cuerpo, dejemos de querer controlarlo, de hacerlo ceder bajo nuestra autoridad, a nuestra voluntad. Nuestro cuerpo es un templo natural que debemos comprender, respetar y honrar cada día. Y para ello debemos empezar por entender la forma en la que transpiramos.

No todos sudamos del mismo modo: ¿por qué?
Las personas con sobrepeso y obesas transpiran más. Esto es lógico, pues si la sudoración al evaporarse sirve para enfriar el cuerpo pero la grasa actúa como aislante y frena este fenómeno, las personas de más peso necesitan sudar más para enfriarse.

Además, los que tienen exceso de peso tienen más masa corporal y por ello les cuesta más enfriarse, del mismo modo que el motor de un camión tarda más en enfriarse que el de una motocicleta.

Por último, quienes tienen sobrepeso deben hacer un mayor esfuerzo que el resto para moverse con esos kilos de más, lo que provoca en ellos una mayor sudoración, del mismo modo en que lo hace cargar con una mochila al caminar.

También las personas nerviosas sudan más que el resto porque su nerviosismo desencadena la producción de adrenalina, que tensa los músculos y contrae las arterias. Esos esfuerzos musculares producen calor, que necesita ser compensado a través de la transpiración.

En el lado opuesto se encuentran los deportistas, que dan la impresión de sudar menos que el resto ante el mismo esfuerzo. En realidad, lo que ocurre es que su transpiración es más regular y uniforme y se evapora a medida que se manifiesta. Su mecanismo de sudoración funciona mejor y se pone en marcha inmediatamente al comenzar a hacer un esfuerzo, regulando su temperatura interna más rápido.

Pero la sudoración no sirve únicamente para refrescarnos al evaporarse el agua sobre nuestra piel para evacuar calorías. La transpiración también permite:
  • mantener la hidratación de nuestra piel.
  • eliminar el exceso de sales y de electrolitos (magnesio, calcio, sodio y potasio, que regulan la circulación del agua en nuestra sangre, músculos y células).

Alimentos que nos hacen sudar más
El simple hecho de comer provoca que el cuerpo produzca calor. De hecho, digerir los alimentos consiste en romper enlaces químicos, lo que produce calor, exactamente igual que la combustión de gas o madera.

Este fenómeno es más fuerte al consumir proteínas (carne, pescado…), dado que son las moléculas más complejas. Y, por supuesto, el efecto se ve ampliado si la comida o la bebida están calientes.

Esa es la razón por la que en el desierto los beduinos beben té caliente: ¡eso les hace sudar y les refresca!

Otros productos que hacen sudar más
El alcohol, la cafeína y el tabaco aumentan el ritmo cardíaco y el metabolismo, lo que también incrementa la temperatura corporal y, por tanto, la sudoración.

La pimienta provoca un efecto similar, pero algo más corto: la capsaicina que contiene produce el mismo efecto que un golpe de calor. La sensación de quemazón que produce la pimienta en la boca puede calmarse bebiendo leche fría, ya que la leche contiene proteínas y estas actúan como limpiadoras de la capsaicina.

Los medicamentos como la insulina y la aspirina también hacen sudar.

Las personas que transpiran intensamente sin hacer nada especial (escuchando música, por ejemplo) o por zonas muy concretas del cuerpo, deben consultar a su médico. Podría ser el síntoma de alguna enfermedad poco común como un linfoma, tuberculosis o el virus del sida.

Controlar el flujo
Para controlar el flujo de transpiración, la primera medida que debe adoptar es evidentemente elegir bien la ropa, que debe ser amplia y de tejidos naturales.

Perder peso y hacer ejercicio físico de forma más regular disminuye y regula la sudoración, haciendo más difícil que pueda llegar a empaparse.

Pero más allá de la humedad y los cercos de sudor en las axilas, el principal problema de la sudoración excesiva es el olor.

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¿Le parece normal que tantas personas vayan de médico en médico durante años en busca de una segunda opinión con respecto a su enfermedad?

¿Es necesario resignarse a tomar medicamentos químicos hasta el final de nuestros días, aguantando en silencio sus efectos secundarios?

Por supuesto que no. Por eso publicamos cada mes un Dossier en el que puede encontrar todos los nuevos tratamientos naturales validados por la investigación científica. Un servicio informativo único en el mercado, que hoy en día sirve como referencia a numerosos médicos y terapeutas. Le sorprenderá todo lo que puede descubrir en ellos, de gran utilidad tanto para usted como para sus seres queridos. Para más información, haga clic eneste enlace.




Dos tipos de transpiración
El sudor en la mayor parte de las zonas del cuerpo es como agua ligeramente salada y se seca sin mayor problema.

Sin embargo, determinadas zonas, como las axilas, las ingles o la zona en torno al ombligo poseen glándulas sudoríparas especiales que emiten un sudor graso, muy oloroso e incluso maloliente cuando las bacterias proliferan en ellas.

Hay que tener en cuenta que esos olores tienen una función social, como es el caso del bebé que se calma con el olor de su madre, por ejemplo. Y la transpiración masculina tendría también numerosos efectos sobre las mujeres, como mejorar su estado de ánimo o regular las fases del ciclo menstrual en sus diferentes etapas, como la ovulación, el modulado hormonal, etc.

De cualquier forma, lo importante es que este sudor oloroso no puede dejarse secar sin más. Es necesario ducharse, lavarse con un jabón suave y, en la mayoría de los casos, requiere también la aplicación de un desodorante en la zona de las axilas. Pero, pese a su utilidad, los desodorantes convencionales esconden algunos riesgos…

Desodorantes industriales: ¡cuidado, peligro!
Todos los desodorantes comerciales son horribles cócteles químicos. Algunas observaciones no contrastadas advierten del potencial peligro de los productos de este tipo que contienen aluminio para inducir al cáncer de mama, pero esto queda pendiente de una verificación oficial y científica.

Ayer eran los parabenos, hoy son las sales de aluminio… ¿qué será mañana? Personalmente, prefiero no esperar a que se descubra un nuevo componente tóxico. ¡Y qué pérdida de tiempo supone estar permanentemente al corriente de todos esos ingredientes, o tener que verificar los componentes de cada frasco!

Parta de un principio simple: no ponga sobre su cuerpo productos que no conozca. Se trata de una regla de sentido común que facilita la vida.

Tome un bote cualquiera de desodorante y dele la vuelta: butano, isobutano, propano, trietil citrato, etilhexilglicerina, benzylheptanol… ¡Basta! ¡Aléjelo de su piel!

El mejor desodorante natural
El bicarbonato de sodio es el mejor desodorante natural que existe. ¿Le sorprende? Pues sí, este producto ideal para tantas cosas también lo utilizan, entre otros, los pintores profesionales para eliminar los vapores de las pinturas. ¡Y acaba con los malos olores de los zapatos e incluso con el fuerte hedor en el cajón de arena del gato!

Con todo esto quiero decir que le servirá de sobra para eliminar cualquier olor de sus axilas. Después, una simple gota de perfume será suficiente para impregnar su cuerpo de un aroma agradable. Y además cuidará más su ropa, al no tener que meterla tan a menudo en la lavadora.

Pero, ¡ojo! El bicarbonato sódico de grano grueso de supermercado daña las axilas. Lo que usted necesita es bicarbonato de sodio fino, en cristales muy pequeños. No cuesta más que un desodorante barato de supermercado y puede encontrarlo en herbolarios y tiendas bio.

El modo de empleo no puede ser más simple: después de la ducha, aplíqueselo con la mano frotando suavemente sobre las axilas secas.

Si tiene tiempo y le apetece fabricar un producto más sofisticado y perfumado, puede preparar la siguiente mezcla.

Ingredientes:
  • 2 cucharadas soperas de bicarbonato de sodio
  • 6 cucharadas soperas de maicena
  • 10 gotas de aceite esencial de árbol de té
  • 3 cucharadas soperas de aceite de coco

Mezcle en un recipiente el bicarbonato de sodio, la maicena y el aceite esencial de árbol de té. Añada el aceite de coco y remueva hasta obtener una pasta.

Puede añadir a su gusto otros aceites esenciales perfumados, como por ejemplo de lavanda, de eucalipto, de madera de sándalo o de rosa (con unas gotas será suficiente).

Meta el producto resultante en un pequeño bote con tapa y déjelo dentro del frigorífico hasta que tome cuerpo y se endurezca, ya que al principio puede quedar sin demasiada consistencia.

¡A su salud!

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